Cuando te das cuenta del valor de la vida, uno se preocupa menos por discutir sobre el pasado y se concentra más en la conservación para el futuro – Dian Fossey
Dian Fossey (Estados Unidos, 1932-Ruanda, 1985) siempre sintió la llamada de África. Durante años, sus deseos de viajar a este continente se dieron de bruces con una realidad económica que no le permitía vivir la aventura. Esto cambió en 1963, cuando decidió gastar todos los ahorros que tenía para pasar siete semanas descubriendo esas tierras de las que tanto había escuchado hablar.
En su primera vez en África, la norteamericana recorrió Kenia, Tanzania, la República Democrática del Congo y Rodesia (actual Zimbabue). En este viaje conoció el trabajo de naturalistas como George Schaller, Louis Leakey o Jane Goodall y quedó prendada de los gorilas de las montañas. De vuelta en Estados Unidos, Leakey la convenció de que debía llevar a cabo su sueño. Y así, tras ocho meses estudiando suajili y aprendiendo sobre los primates, en 1966 Fossey ─con el apoyo de National Geographic─ se instalaba en África: primero en el Congo y meses más tarde, ya de forma definitiva, en Ruanda.
El resto es historia: la historia de una persona que consiguió conocer a los gorilas como nadie lo había hecho hasta entonces, estudiarlos en profundidad y denunciar ante el mundo la situación en la que se encontraban.
Conviviendo con los gorilas
Fossey lo tenía casi todo en contra. Los gorilas no estaban habituados a la presencia de humanos; el Congo vivía entre conflictos bélicos y crisis políticas; muchos de los locales ─incluyendo cazadores furtivos─ no aceptaban su trabajo; y, durante sus primeros años, Fossey tuvo que estudiar a los gorilas en soledad, sin ningún tipo de apoyo o compañía.
A pesar de todo ello, la zoóloga no se rindió. Fundó un centro de investigación que, con el tiempo, atraería la atención de estudiantes e investigadores de todo el mundo; y consiguió que los gorilas la aceptaran como una más. Gracias a su creatividad y a un método de prueba-error, pudo convivir con ellos, ganarse su confianza y aprenderlo todo sobre su comportamiento.
Sus avances fueron publicados periódicamente en el National Geographic y, ante la repercusión que ganaron sus artículos, la revista le envió al fotógrafo Bob Campbell para que dejara constancia audiovisual del trabajo de Fossey. Ambos mantendrían una relación muy intensa durante su tiempo en Ruanda, llegando a vivir un breve romance.
En 1983 se publicó «Gorilas en la niebla», un libro que expone todas las observaciones de Fossey durante su tiempo con los gorilas. El libro fue un gran éxito ─siendo adaptado al cine en 1988─ y ayudó a concienciar al mundo sobre la delicada situación de los gorilas de montaña.
Los misterios de su muerte
Como firme defensora de los derechos de los gorilas, durante toda su vida la investigadora se opuso de forma radical a la caza furtiva y a la explotación turística del área.
En cuanto al turismo, Fossey defendía que éste interfería en sus estudios y que podía alterar la paz de los animales. En la actualidad, la propia Dian Fossey Gorilla Fund International promueve un turismo responsable y todos los lodges que ofrecen el trekking con gorilas lo hacen de una forma sostenible y apoyando la protección de la especie.
La fuerte oposición de la zoóloga a la caza furtiva fue, según la mayoría de las teorías, la causa de su muerte. Dian Fossey fue encontrada muerta y con graves heridas de machete en la mañana del 26 de diciembre de 1985, en la cabaña donde vivía en Ruanda. Todas las sospechas apuntan a que fueron algunos de sus ayudantes, locales que no querían verse privados de la caza privada, los responsables del asesinato. El caso todavía no ha sido resuelto y las teorías sobre la muerte de Fossey han sido constantes durante los últimos años.
El lugar en la historia de Dian Fossey
Es importante ser consciente de la importancia histórica de personajes como Dian Fossey. Una mujer que dejó su cómoda vida como enfermera en Estados Unidos para seguir su pasión por África. Que eligió una causa ─los gorilas─ y dedicó su vida a conocerlos, estudiarlos y protegerlos. El tiempo que pasó con ellos abrió nuevas líneas de investigación y una fuerte conciencia global sobre su delicada situación.
En la actualidad, el gorila de montaña habita en zonas muy concretas del África Central: el Parque Nacional de los Volcanes (Ruanda), el Parque Nacional Virunga (República Democrática del Congo), el Parque Nacional del Gorila de Mgahinga y la Selva Impenetrable de Bwindi, ambos en Uganda. Aunque ésta especie continúa en peligro de extinción ─su población roza los 1.000 ejemplares─, su población ha aumentado en los últimos años.
Su testigo ha sido cogido por asociaciones como la que lleva su nombre, los gobiernos nacionales de éstos países y la propia industria turística, que se encarga de invertir dinero y esfuerzos en proteger a los gorilas.
Gracias DIAN FOSSEY…
Al mundo le interesa tus trabajos…
Siempre serás recordada…